Cada año, desde hace veintitrés, la Delegación de Juventud organiza una peregrinación a Guadalupe. A ella son convocados los jóvenes de nuestra diócesis. En la edición del presente 2018, más de mil se han congregado para participar en la misma.
Un grupo de jóvenes de nuestra parroquia de San Juan y Todos los Santos (Trinidad) ha vivido esta peregrinación de manera plena. Les hemos pedido que nos dejaran su testimonio y nos han escrito las hermosas palabras que se pueden leer aquí. Gracias, chicos, por ser ejemplo en una sociedad carente de valores. En vosotros tenemos la certeza de que hay esperanza en alcanzar un mundo mejor.
Mª Jesús: “Para mí ha sido una de las experiencias más bonitas. Ha supuesto un gran esfuerzo: caminatas con lluvia, cuestas, poco dormir; pero, sin embargo, ha merecido muchísimo la pena. El encuentro con nuestro Señor y nuestra Madre lo compensan todo con creces. Por esas horas andando, compartiendo oración, rezando el rosario, con nuestro sacerdote, nuestros seminaristas y nuestras dos hermanas que han sido todo un descubrimiento y una manera de acercarnos un poquito más a Dios”.
María Bonilla: “Esta experiencia para mí ha sido increíble y me ha hecho reflexionar sobre mi fe. Pienso que es una experiencia que deberían vivir todos los jóvenes para darse cuenta de que creer en Dios no solo es rezar, sino que es mucho más”.
María Sánchez: “Este ha sido mi segundo Guadalupe, y la verdad es que lo he disfrutado mucho más que el año pasado. Este año ya sabía a lo que venía, sabía cómo era el camino, etc. Tuve el privilegio de poder llevar el estandarte de nuestro grupo hasta Villavaquita y poder llegar con él más tarde a la Basílica. En muchos momentos de la peregrinación, noté cómo la Virgen era la que estaba detrás nuestra dándonos ese empujón que necesitábamos para poder seguir. Nos hemos convertido en auténticos peregrinos, nos ha hecho sol, ha llovido, casi nos volamos con el viento y el frío e incluso nos ha granizado. He sido realmente feliz estos 3 días; invito a todos los jóvenes de Córdoba a vivir esta experiencia, porque te llena el corazón”.
Marina: “Esta experiencia me ha cambiado muchísimo la forma de ver a la Iglesia; me he dado cuenta de que la Iglesia es joven. Sin duda repetiré el año que viene y espero que muchos más”.
María Lucena: “Durante el camino, en los momentos más difíciles, he sentido cómo la Virgen estaba a mi lado, ayudándome a seguir en esas cuestas tan duras y agotadoras; ahí estaba, empujándome para llegar a verla. Cada Guadalupe tengo sentimientos diferentes y nuevas experiencias. El hecho de ver cómo tantísimos jóvenes disfrutan y se unen rezando, te llena de emoción y piensas que no estás solo en un mundo tan superficial. En Guadalupe he aprendido que la peregrinación no ha acabado, sino que sigue en nuestra vida diaria “de la mano de María, al corazón de Jesús”.”
Alicia Bonilla: “Esta experiencia me ha hecho acercarme tanto a Dios como a la Virgen. No sabía que me iba a cambiar tanto la perspectiva con todo lo referente a la fe y es una experiencia que sin duda recomiendo y repetiré”.
Ricardo Baena: “Yo lo definiría como una experiencia fundamental para el cristiano en la que te llegas a dar cuenta de lo que Dios puede llegar a mover entorno a Él y a su madre. Es indescriptible la sensación de cansancio y ver cómo esa sensación se va difuminando con cada canto, cada conversación, cada sonrisa; y luego ese acogimiento por el manto de nuestra Madre y de todo el pueblo en torno a la juventud de Cristo”.