"¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán" (Mt 28, 6). La fiesta de la Pascua representa la celebración litúrgica más importante para la Iglesia cristiana.

Con gozo se vivió esta fiesta que vine cargada de muchos símbolos. Resultan llamativas las cuatro partes que la componen: el fuego; la liturgia de la Palabra; el agua que representa la liturgia bautismal; y la liturgia eucarística.

En primer lugar se bendecía el fuego en la plaza. De ahí partía la procesión con el cirio pascual del que se fueron encendiendo las velas que todos los fieles portaban en sus manos. La liturgia de la Palabra hacía un recorrido por la historia de la salvación con las siete lecturas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. En la tercera parte se pudo escuchar la letanía de los santos y, tras la bendición del agua nueva, todos los presentes renovaron sus promesas bautismales y fueron aspergidos por el párroco. El culmen de la Vigilia es la liturgia eucarística.

Una vez concluida la celebración, se pasó de la misa a la mesa para compartir en comunidad una fiesta señera. Los diferentes grupos parroquiales junto a otros asistentes pudieron compartir un ágape fraterno.