En la fiesta de la Pascua, la celebración litúrgica más importante del año para la Iglesia cristiana, se conmemora la resurrección de Jesucristo tres días después de haber sido crucificado.

El sábado vivimos esta celebración que, siendo más extensa de lo habitual, está cargada de simbolismo. Las cuatro partes que la componen son: la bendición del fuego, la liturgia de la Palabra, la liturgia bautismal y la liturgia eucarística.

El fuego era bendecido en el cancel de entrada. El fuego nuevo daba luz al cirio pascual del que se fueron encendiendo las velas que todos los fieles portaban en sus manos. Concluía la primera parte con el pregón pascual.

La liturgia de la Palabra partía de las siete lecturas que recogen relatos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

En la tercera parte se pudo escuchar la letanía de los santos y, tras la bendición del agua nueva, todos los presentes renovaron sus promesas bautismales y fueron aspergidos por el párroco.

El culmen de la Vigilia es la liturgia eucarística.