Con la imposición de la ceniza comienza un tiempo de preparación, cuarenta días que nos conducirán al Domingo de Ramos.

En todas las eucaristías del día se ha impuesto la ceniza a los fieles, culminando la jornada con la celebración de las ocho y media de la tarde. Coincidiendo con los cultos a Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Santa Faz, se han unido a la ceremonia las Hermandades del Vía Crucis y del Perdón así como la Fraternidad del Santísimo Cristo de la Providencia.

El Directorio sobre la piedad popular y la liturgia recoge lo siguiente acerca de este día:

“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.

El Santo Padre nos invita a poner en práctica durante la Cuaresma tres verbos, para que nuestro corazón vuelva a latir en la misma: detenerse, mirar y volver; ellos nos ayudarán a combatir a esos demonios que son la desconfianza, la apatía y la resignación.